Remedios Varo es una de mis artistas favoritas, preferidas, admiradas, estudiadas y más. Remedios murió joven, pero vivió mucho. Pintó lo que soñaba despierta y escribió aquellas recetas para soñar mediante la "desplumación" de gallinas. Su único defecto, desde mi punto de vista, sobre lo que han querido que conozca de su vida: su gusto por los gatos, esos felinos caseros que de lejos no se ven tan mal, pero de cerca me matan lentamente con lágrimas y estornudos. Formó parte de los grupos surrealistas y hasta llegó a amar a algunos de ellos, como Perét, con quien seguro discutía sobre elefantes y le llamaba en privado por su verdadero nombre: Eugéne. Confirmo mi gusto por estos artistas y por el surrealismo, aunque es probable que yo no le hubiera gustado a él. Fue científica, recorrió el Orinoco y trabajó dibujando a cada bicho que se cruzó en su camino fluvial. Disfrutaba de escribir cartas, muchas de ellas a su amiga Leonora... ¡Qué ganas de leerlas! Decía en alguna de sus novelas que aunque su personaje escribía muchas cartas "firmadas amorosamente" la gente nunca contestaba porque "La gente nunca tiene tiempo para nada realmente interesante" y eso que no vivió en este siglo. Remedios tenía miedos. Remedios admiraba a Gaudí. A ella gustaba la música y tenía cierta pasión por las fórmulas matemáticas que se mezclaban con la magia. Creía en "el más allá" del esoterismo. Pintó pájaros azules, laberintos y relojeros ovíparos, pintó a una mujer enviando al más allá aquello que ya no necesitaba, a una mujer saliendo del psicoanalista:
Mujer saliendo del Psicoanalista, óleo / tela, 71 x 41 cm. 1961 |
¿Alguien tiene la dirección del pozo? Algunos días de este año me dan ganas de tirar muchas cosas por ese pozo de lo indeseable. No es para tanto, no los engañaré, pero siempre están algunos de "esos días"...