Picnic en el Retiro: envídienme

Érase que se era una calurosísima tarde de verano madrileña. Entre recortes, alzas y manifestaciones vivía la ciudad, España y el resto del mundo, cuando dos mexicanos caminaban la calle de Serrano rumbo al parque del Retiro. Así bajo el abrasante sol de las 8:30 p.m. recorrían con su cesta de picnic, y de sombra en sombra, la Puerta de Alcalá. 

Cruzaron así las rejas que separan a Madrid del mundo de la tranquilidad. Un paraje verde hizo su aparición bajo un gran árbol, que quiso ser el de Totoro. 

De la canasta de mimbre hizo su aparición un amarillo mantel que fue extendido sobre el pasto. Lentamente el picnic tomó forma: una baguette, hummus, una botella de vino tinto, fruta, brownies y panquecitos de té matcha. 

Debo decir que los paseantes no eligieron aquel menú, aunque hubiera sido probable la elección. Aquel menú fue regalo de un concurso de fotografía. Así las tazas se llenaron de vino, las urracas se acercaron a comer y la canasta extrañó su contenido.

Los colores de las frutas atrajeron a los pequeños insectos; las migajas del pan a las palomas que se mantuvieron a distancia; el Sol permaneció tras las hojas de los árboles y los manteles de color café se cubrieron de palabras.

Yo con este picnic me voy de viaje a la Lisboa de Saramago y Pessoa, del Tajo y la Torre de Belém, de los pasteles de nata y el bacalao a la crema, de calles inclinadas y los tranvías.

Antes felicito a las Dianas: NanaGrillo y a DBMRE, por sus cumpleaños, hoy viernes y el lunes respectivamente. Las quiero a las dos y las extraño, que las apapachen mucho.

*Comida de Le Pain Quotidien

*Después del picnic NLE se fue con AnaCa a Sol a la manifestación.