Un poco más tarde de las dos semanas que dije en el post anterior, pero aquí estoy, sin haber respondido comentarios y esperando poder reaccionar. Así que antes de ponerme al tanto con el mundo escribo el post que leen para contarles de Córdoba, en la que estuve el lunes y martes de esta semana.
Antes digo de nuevo que me parece impresionante como prácticamente cada ciudad española que conozco me encanta, todas tienen una o muchas cosas que ofrecer pasando por la comida, la historia, los museos o la modernidad, cada una en su particular estilo.
Así que, por supuesto, Córdoba no fue la excepción. Debería, como decía con mi Madre y NLE ayer, ser mucho mejor vendida al turismo en general. Sí, recibe muchísima gente por las fiestas de mayo, las fiestas que entre otras albergan a los patios cordobeses con sus macetitas llenas de flores. Pero, ¿a alguno se le había ocurrido visitar Córdoba?
Antes de seguir, si quieren leer el post con la música adecuada y de la que NLE fue fan dar click aquí.
Comencemos con el recorrido turístico, el cual hicimos con los papás de NLE, que hay mucho que ver, sólo tómenlo con calma y no se desgarren el muslo como yo... sí ya sé soy un caso. Eso pasó cuando a primera hora de la mañana del lunes, después de bajar del AVE, que fue una excelente opción con sus poco más de dos horas de recorrido, y después de dejar las maletas en el Bed and Be, un lindo, cómodo y muy recomendable hostal-bed and breakfast que lleva Jóse, nos dirigimos al Alcázar y al subir un escalón confundí un desgarre con un calambre y bueno ahora llevo 48 horas de reposo.
El Alcázar de Córdoba lo encuentran al terminar la calle donde se están las antiguas murallas de la ciudad. La entrada cuesta 6.8€ por persona e incluye la visita de la noche que se realiza a las 10 y a las 11, en donde con música y luz hacen un espectáculo en el jardín. Me gustó.
Este Alcázar tiene algo especial, a parte de las vistas y sus muy, muy lindos jardines. Cuenta la historia de Colón solicitándole a los reyes el permiso y financiamiento para ir en busca de las indias.
De hecho, el nombre técnico es el Alcázar de los Reyes Cristianos. Como el resto del centro histórico de Córdoba, segundo más grande de Europa, es Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. El salón de los mosaicos no debe de dejar de visitarse. Y no está mal perderse un buen rato en sus jardines.
Nosotros estuvimos dos días en Córdoba, nos faltó un poco de tiempo y el lunes están cerrados varios de los lugares relevantes, como la Sinagoga. Con un día más yo hubiera querido ir a las ruinas de la Medina de Azahara que está a una media hora de Córdoba. Pero vimos bastante y casi todo lo básico.
Después del Alcázar hay que bajar al Río Guadalquivir a ver el Puente Romano, construido inicialmente en el S. I d.C. y del cual sólo quedan dos arcos originales, no importando eso vale la pena también, y mucho, verlo de noche. A una de sus orillas encontramos el Arco del Triunfo Cordobés o Puerta del Puente, que se terminó de construir el siglo pasado, aunque se mandó a hacer en el 1572 . Bajo él encuentran a Clara tocando el violín, si van y me compran uno de sus discos no me enojo.
Para comer la enormisísisima recomendación es Taberna Salinas, la que está en calle Tundidores 3, porque hay otras copias por ahí. Todo lo que comimos estaba delicioso y a muy buen precio. Padre y Madre habían comido ahí en su visita a Córdoba y también salieron encantados. Comimos el clásico y muy buen salmorejo, berenjenas con miel, rabo de toro (comieron, pero probé y muy bien) y unas croquetas combinadas deliciosas. Antes de comer hagan una escala en las Bodegas Guzmán para probar su vino Montilla de Moriles, es decir un "fino", se sirve como medio, es decir, una especie de "copa champañera" a la mitad.
Después y como ven abajo literalmente tomando un atajo, encontramos la facultad de Filosofía y Letras y la capilla de San Bartolomé. Cuesta 1.5€, es muy pequeña, pero muy bonita. Si se la encuentran de camino a la Sinagoga no dejen de entrar.
Así, entre un delicioso helado de queso de cabra y vueltas por las calles de la judería llegó la hora del espectáculo de luces en el Alcázar y cruzar el puente para verlo desde el otro lado del río. ¿A poco no vale la caminada?
A la mañana siguiente levantarse muy temprano porque había que llegar a las 830 am a la Mezquita-Catedral. ¿Por qué? Pues resulta que todos los días entre 830 y 930 am es gratis, por lo que uno se ahorra 8€ por persona. Hay que verla un poco corriendo, si no importan los 8€ y se tiene más de una hora de tiempo vale la pagarlos para no andar con prisa, literalmente te correrán ya que hay misa a las 930 am.
La Mezquita es enorme, al parecer la tercera más grande del mundo tras La Meca y la Mezquita azul de Turquía. Tiene esa extraña combinación de mezquita convertida en catedral, entre arcos, texturas y colores, demasiado que ver. Se comenzó a construir en el 786 d.C. y en el 1238 se comienza su conversión a catedral. Notar que antes de ser mezquita ya había sido iglesia visigoda.
La foto de abajo solamente la pongo por el morbo de decir de nuevo qué tan parecido es el mundo a veces. ¿O no?
Otra vez caminando por la Plaza de las Tendillas, la Plaza de la Corredera y muchas callecitas, hasta llegar al Templo Romano de la calle Capitulares. Muy bonito, pero mal que están, al parecer, tratando de arreglarlo, y no dejaron ni un pequeño espacio en la reja para verlo bien. Así que lo mejor que se puede hacer para la foto se los dejo con todo y árbol.
Ahora sí como ya teníamos hambre y era hora española del aperitivo, a probar una tortilla y una ensaladilla en "El Bañista", bonito lugar con muy buena exposición de arte en sus paredes y buena comida, al menos lo que probamos. Me encantó su bañista en el balcón.
Después de otra caminada a comer a la Salmorejería Unami, yo tenía muchas ganas de ir a este lugar porque es reciente y tiene fama de muchos salmorejos, es muy recomendado, supongo que está de moda. Me gustó, la decoración deja algo que desear y odié, aunque ellos tengan pretexto, los panecitos en bolsita, parecerían tan chafas como en un Potzollcalli (horror, mexicanos que hayan ido entenderán). Tampoco me gustó que me preguntaran si a comer o a tapear, me sacó de onda y le dije que un poco de las dos.
Pedimos unas berenjenas con miel, bien, aunque mejores las anteriores; una presa de caza, decente; un salmorejo con parmesano y piñones, delicioso; y una corvina con noodles fritos y puré de calabaza, del mejor pescado que me he comido en la vida, buenísimo. Los platos un poco pequeños, aunque de buen tamaño para mí. Eso sí, mis fotos del lugar me gustaron, ja, ja.
Así el recorrido por Córdoba, me faltan muchas fotos, pero de por sí ya quedó largo el post. Yo seguiré en reposo poniéndome al día que seguirán unas y otras visitas y yo tengo no mucho, sino demasiado que hacer.
También meditando sobre los siguientes meses. Por cierto que el martes en la noche que regresamos en el buzón estaba mi carta de invitación para mi visita a la Universidad de Clark. Lindo, lindo, lindo.
Au revoir...